La Princesa Cartagena se ofendió conmigo un día. Muy callada se ponía cuando yo llegaba apena`h. y se me paró la antena: Algo raro está pasando, Taban tan bien conversando ¿Será acaso mi presencia? ocho meses de paciencia y el velo se está quitando. Por solo pedir siguiera, pues amaba su conversa, se retiró de la mesa, ofendida y media fiera. Yo, que venía de afuera, no entendía ni una cosa. Insistí, pero "mi esposa" desapareció del mapa y me dejó con el ra(s)ta con que hablaba presurosa. El caso es que al otro día despierta bien con los monos: Que si quería estar solo, que le tiré una comía… Y mi corazón partía Pues yo le cocino a nadie Y le preparé unos nuggets Fajitas champiñon queso Con todo mi amor y expreso pa que la rabia se calme. Qué desperdicio de tarde y de nuestras almas juntas. Derroche de malas culpas que le atribuye a esta
Comentarios
No se trata de desencuentros, ni de(s)tiempos, ni de(s)faces…
Hacemos que nos ocurra. Violencia autoinflingida. Autogoles. Calamidad secretamente intencionada.
Una parte de nosotros (se) ama (en) el anhelo del otro.
La otra (se) ama (en) la derrota del desprecio.
Y nosotros al medio, a la deriva de nosotros mismos.
El sujeto de nuestra atención cambia o transmuta sin nombre, sin rostro, conservando únicamente su indiferencia que, ciertamente, no nos deja indiferentes.
Por eso me gustas tú.
Por eso no te gusto yo.
Por eso me gustas tú,
porque no te gusto yo.
Todo en perfecto orden.