Una vez un disléxico y confuso ser, luego de una comida muy rica, exclamó alzadas las copas y con voz de gigante: "QUEDÉ CON GUSTO A PICO", pero él quería decir "con gusto a poco". Aún teme volver a emplear esa frase, ahora por un nuevo miedo, el miedo a decir "quedé con gusto a coco". Fin